jueves

Sencillamente...

El otro día, una amiga me dijo que podría ganarme la vida escribiendo, que las situaciones cotidianas del día a día también valían, y que hay miles de historias reales por contar. A veces los que escribimos, nos refugiamos en nuestra nostalgia para trasladar al lector a un mundo mágico y fantasioso que llevamos dentro, como hacía en sus principios el gran Sabina. Alguna vez incluso le escuche decir que cuando todo le iba bien se le hacia imposible escribir puesto que no sentía la necesidad de expresar ante un papel mediante frases echas con el sabor de una guitarra, sus risas. La escritura en todas sus ramas, ya sea poesía, relatos, componer.. al final termina siendo un momento intimo de quien se expresa mediante palabras. Intimidad compartida en este caso quizá.

Es cierto, reconozco que los que necesitamos de una pluma para hacer de nuestros sueños relatos que enganchen a quien los lea tenemos una parte muy desarrollada dedicada a la fantasía.

Es cierto, que quizá los que bailemos al son de las palabras sea porque quizá algún día los gestos nos hirieron en exceso.
La realidad es que quien escribe, escriba lo que escriba abre las puertas de su mundo a quien le lee, y ahora yo pienso, hay algo mas generoso que abrir las puertas de tu mundo a alguien?

Hablar de la realidad de las cosas resulta ser lo mas sencillo de todo :

Hoy es sábado, me he levantado muy pronto muy a mi pesar, mi cuerpo estaba totalmente integrado entre mis frescas sabanas con olor a jabón de Marsella, recién cambiadas. Adoro cambiar las sabanas al menos dos veces por semana y sentir el olor a limpio cuando me enredo en ellas. Me he puesto a trabajar, y después de hacer un par de entrevistas he decidido que hoy es sábado, y que no tendré prisa por hacer nada. Como todos los días, recién llego a casa pulso el play de mi reproductor de música, ( la TV en mi casa parece que este únicamente de atrezzo, porque hace siglos que no se enciende). He abierto la puerta al gato de mi compañera de piso, se llama fiona y mientras leía el ultimo libro que he empezado ( hacia Rutas salvajes de Jon Krakauer) merodeaba entre mis brazos buscando algo de cariño. Nunca pensé que llegaría a entenderme con un gato, esos movimientos raros que hacen con su cuerpo alargado, esa mirada penetrante de no saber si es que esta a punto de saltar y enganchársete al cuello o simplemente te este mirando así porque quiera decirte, ( Hola, me alegro de verte) Quizá estoy equivocada y no sea que yo haya terminado entendiendo a los gatos, si no que este en concreto a terminado entendiéndome a mi, y a mis rarezas.

Ni siquiera me he movido para hacerme la comida, un café con leche de arroz, recomiendo a quien no la haya probado que la pruebe, es menos agresiva para el estomago y hace la misma función que la leche, el sabor es dulce, no es desagradable. Unos palitos integrales, un cigarro con mi tabaco de liar y litros y litros de agua que me he propuesto beber para salvar mi escamada piel.

Después de este manjar de placer, he decidido ponerme a escribir acercándome un (rato) a la realidad cotidiana, y dejando las poesías románticas a un lado. Para que luego digan mis amigas que nunca hago caso de nada y que siempre termino haciendo lo que me da la gana, aquí estoy Esther... abriéndole las puertas a lo que para mi es ... una nueva forma de escribir. La realidad también nos hace soñar y puede que las fantasías nos comuniquen con los deseos.

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